miércoles, 13 de agosto de 2008

Los oasis alegran mi vida

Ayer, después de un día de merecido descanso, pero que a la larga ha sido un desentrenamiento, puse de nuevo mis pies en el camino.

Castaños desde Triacastela a Sarriá y hasta Mercadoiro un poquito más de bajada, mmmm, ¿no esto interesante?, jaja.

Voy concentrado en mis pasos, en mis pensamientos, mientras intento no distraerme con la marabunta de personas que han parecido en el camino y que deben haberse bajado de algún autobús. Que lejos quedan las tierras leonesas propicias para el paso tranquilo, la conversación calmada, la escucha interior... y de repente, suena una música suave a la izquierda de mis pasos, detengo la mirada en una cancela y ohhhhh!!! un pequeño oasis, un albergue realmente diferente, con personas que han decidido hacer de su vida un eterno mirar a las montañas lucenses convirtiendo una aldea abandonada en un lugar de descanso y de recreo estético para los que por aquí pasamos. Recomiendo este albergue a quién transite por estos lares y pueda disfrutar de una queimada gratuita por cortesía de la casa. Buena comida y barata, buena música, excelentes vistas, cierto que los servicios deben mejorar y alguna otra cosa, pero por aquello del beneficio de la duda dejemos que el tiempo avance y llegue a su madures este proyecto de unos valientes valencianos.

Yo aprendo de ellos las posibilidades de llevar a cabo cualquier proyecto, por extraño que sea, que la perseverancia y la ilusión pueden hacer que nueva vida crezca en la carne talada, parafraseando a Miguel Hernández.

Un abarazo y un saludo para mis ángeles de la guarda y mis lectores.



1 comentario:

Unknown dijo...

Hay que ver cuántas cosas buenas te están pasando. ¡Cómo habrás disfrutado del encuentro con tu familia¡ Es lo que tiene hacerse querer, que siempre hay una recompensa, aunque ésta apenas se ve a en los momentos del alba oscura.¡Animo¡, ya falta menos, pero lo importante no es lo que queda, sino todo lo que te traes en la mochila:gente, paisajes, recurdos, lágrimas, sonrisas...y sobre todo la consciencia clara de tu propio PODER. Gracias por hacerme recordar mis 20 años, mi propio camino y lo importante que fuen entonces superar cada pequeño tramo. En tu caminar, también están mis huellas. Un besazo. Te echode menos